ANTARIS, un año más, reafirma su compromiso en la erradicación de la violencia de género, reflejado en la obtención de la certificación de Centro comprometido Contra la Violencia de Genero del Centro de Tratamiento Ambulatorio. Acreditación otorgada por la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía

Este distintivo implica que se dispone de un entorno seguro y especializado en la atención a la violencia de género, con un equipo que destaca por la formación para la identificación precoz y un abordaje integral. Posee un sistema estructurado y protocolos validados para la detección de distintas formas de violencia hacia las mujeres. Desarrollando su actividad en coordinación con otras administraciones y recursos para garantizar una respuesta eficaz dirigida a la protección de las víctimas. También se implica en la sensibilización social, la prevención y el desarrollo de conocimientos e investigación.

En la intervención profesional diaria constatamos como las adicciones y la violencia de género mantienen una relación bidireccional condicionada por las desigualdades estructurales, en la misma línea que indica la investigación existente. En muchas ocasiones las mujeres recurren al consumo de sustancias como estrategia de afrontamiento frente a diversas violencias: física, psíquica, sexual… (Patricia Martínez Redondo, 2019). La estigmatización y la violencia institucional que enfrentan las mujeres con acciones dificultan la demanda de ayuda y la salida de las relaciones violencias, lo que refuerza el ciclo de vulnerabilidad (Patricia Martínez Redondo, 2021)

Esta interacción compleja requiere un abordaje integral, interdisciplinario y con perspectiva de género para garantizar una intervención eficaz y segura.

En esta línea, el Protocolo Andaluz de Coordinación para la Atención a Mujeres con Problemas de Adicciones Víctimas de Violencia de Género, obligatorio desde junio de 2023, establece el marco técnico e institucional para garantizar este abordaje integral entre ambas redes de atención. Entre sus objetivos destacan facilitar la colaboración interprofesional, incorporar de forma transversal la perspectiva de género y mejorar los procesos de detección y prevención. En sus ámbitos de actuación estratégicos, el protocolo incluye modelos de entrevista para valorar la violencia de género, pautas para evaluar el riesgo y la peligrosidad, y procedimientos claros de derivación y seguimiento. Asimismo, prevé la elaboración de planes de seguridad personalizados con medidas de autoprotección adaptadas a cada mujer.

No obstante, sigue siendo necesaria la ampliación de recursos específicos, como albergues, viviendas de apoyo al tratamiento (VST) y un mayor número de comunidades terapéuticas.