La Organización Mundial de la Salud declaró el 15 de noviembre como el Día Mundial sin Alcohol con el objetivo de concienciar sobre la importancia de adoptar medidas encaminadas a reducir el consumo de alcohol y sus daños asociados.

El daño producido por el alcohol es directamente proporcional al nivel de consumo, no existiendo un nivel libre de riesgo.

Es un factor causal en más de 200 enfermedades, además de ser una sustancia adictiva que puede ocasionar dependencia; está asociado con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales como trastornos mentales y comportamentales, enfermedades como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares, así como lesiones derivadas de los accidentes de tráfico, actos de violencia y suicidios.

En España, el consumo de bebidas alcohólicas está muy normalizado en nuestra cultura, siendo la sustancia psicoactiva más consumida por la población general.

Cuantos más factores de vulnerabilidad converjan en una persona, mayor será la probabilidad de desarrollar problemas relacionados con el consumo de alcohol. Entre ellos, estaría el género. los consumos problemáticos en mujeres y varones se vinculan a variables sociales diferenciadas.

Abordar el consumo de alcohol desde una perspectiva de género implica tener presente las diferencias y especificidades de género en cuanto a los factores que condicionan las motivaciones para consumir, los diferentes patrones, efectos y consecuencias a nivel de salud, social y personal.

Tal y como se recoge en la Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017-2024, hay un ligero aumento de los consumos de riesgo de alcohol y otras sustancias, especialmente en población joven, junto a una baja percepción del riesgo y “normalización” social del consumo lúdico de sustancias.

En las chicas hay una mayor prevalencia de intoxicaciones y se ha reducido considerablemente la brecha de género en la prevalencia de consumo, al compararla con la de los varones. Se incorpora el alcohol como elemento de la vida social, y su uso se percibe como una ruptura de los códigos tradicionales de género, ya que facilita la incorporación a espacios de ocio y prácticas tradicionalmente masculinas

En población adulta, el género actúa como un factor de protección en las mujeres al no estar implícitos en sus mandatos de género la asunción de conductas de riesgo y el consumo de sustancias, pero también como factor de riesgo, ya que fomenta el consumo clandestino, dificultando la detección temprana y agravando las consecuencias.

En los varones el género es un factor de riesgo; el consumo de alcohol, experimentar y tener conductas de riesgo va implícito en la masculinidad.

El alcohol es la sustancia con mayor número de admisiones a tratamiento dentro de la red de atención a drogodependencias y adicciones en nuestro país, con una tendencia en ascenso.

Desde ANTARIS queremos destacar que estamos ante un problema de salud pública. Por ello se debe:

  1. Reforzar los programas preventivos en población joven, que proporcionen información fiable, de calidad y basada en la evidencia, sobre los riesgos del consumo de alcohol, acciones de información y sensibilización sobre binge drinking (consumo intensivo de alcohol).
  2. Incorporar de forma efectiva la perspectiva de género como herramienta de análisis de la realidad, en todos los programas, servicios e investigaciones.
  3. Realizar políticas de reducción de daños e incorporar la filosofía de reducción de daños de forma transversal en los servicios y programas.

Para más información clickear en nuestro Dossier de Reducción de Daños sobre el alcohol.