8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Como cada año, las mujeres le recuerdan al mundo que la lucha por la igualdad, el reconocimiento de la diversidad y el ejercicio efectivo de sus derechos continúa.
El 8 de marzo de 1908, un suceso marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, después de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.
Las mujeres reclamaban la reducción de jornada laboral, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y denunciaban las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica.
Mucho más tarde, el 16 de diciembre de 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer debido a las manifestaciones de las mujeres que, especialmente en Europa, reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los sexos.
En España se ha conseguido la Igualdad formal a través de las leyes, pero eso no garantiza la igualdad real.
Si hablamos de la actualidad y de las mujeres con problemas de adicciones, hablamos de invisibilidad, discriminación, falta de recursos adaptados a sus necesidades y dificultades añadidas por el porcentaje de mujeres víctimas de violencia de género.
El número de mujeres que siguen un programa de tratamiento por un problema de adicciones sigue siendo escaso, a pesar del número cada vez mayor de mujeres afectadas. Esto se debe a la falta de perspectiva de género en el abordaje de las adicciones que provoca que las mujeres acudan en menor medida a los recursos institucionales o continúen en un programa de tratamiento. Porque, que un recurso no sea mixto no significa que esté planificado desde perspectiva de género, esto es: teniendo en cuenta las consecuencias del sistema de género en la vida de las mujeres y, por tanto, sus necesidades.
No menos importante hablar de la relación con la violencia. Una mujer puede pasar años en tratamiento por su adicción sin que la violencia sufrida aflore o sea tratada como un elemento a trabajar. Se hace, pues imprescindible un acercamiento feminista, que entienda la violencia sexual y otras violencias de los hombres sobre las mujeres como expresión de ese sistema de desequivalencia estructural que es el género. La cuestión es que en la actualidad hay más entendimiento y sensibilidad al respecto, pero son pocos los espacios de tratamiento que contemplen esta realidad como un eje de actuación y como algo intrínseco al tratamiento de la adicción. Hay poca conciencia de la necesidad de atención conjunta. Si la hubiese, los recursos de atención se diseñarían, en general, de otra manera. Por otra parte, queremos hacer hincapié en los abusos y agresiones que las mujeres sufren cuando se encuentran bajo los efectos del alcohol y otras sustancias.
Por ello, reivindicamos el derecho a una atención con perspectiva de género en la Red Pública de Adicciones.